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Bautismo

Introducción

El Bautismo, puerta de la Vida y del Reino, es el primer sacramento de la nueva ley, que Cristo propuso a todos para que tuvieran la vida eterna (Jn 3, 5) y que después confió a su Iglesia junto con su Evangelio, cuando enviar a los Apóstoles:

«Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19)

Por eso el Bautismo es, en primer lugar, el sacramento de la fe con la que los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo, responden al Evangelio de Cristo. Así, pues, no hay nada en la Iglesia que estime tanto ni hay tarea que ella considere tan suya como reavivar en los catecúmenos o en los padres y abuelos de los niños que se han de bautizar, una fe activa, por la que, uniéndose a Cristo, entren en el pacto de la nueva alianza o la ratifiquen. A esto se ordenan, en definitiva, tanto el catecumenado y la preparación de los padres y abuelos como la celebración de la Palabra de Dios y la profesión de fe en el rito bautismal.

¿Qué significa bautizar?

El bautismo es obra del Espíritu de Cristo. Es entrada a la comunidad de los que creen en el Resucitado, es ingresar en la comunión de los cristianos, en la Iglesia, representada por una comunidad concreta. No somos cristianos individualmente y solos, sino en comunidad, con los otros hermanos creyentes.

El bautismo és expresión visible de la fe en Jesús como Señor. Bautizarse significa identificarse con la causa de Jesús, optar por el sentido de la vida que manifesto Cristo. Comporta una conversión a los valores del Reino y un compromiso de vida.

El bautismo es recepción de gracia y de Espíritu y reconocimiento de un profundo y radical liberación del poder del pecado y de la muerte. Por eso decimos que el convertido es bautizado en el nombre de Jesús y en su fuerza.

El bautismo sin fe personal o de los padres es un baño de agua inexpresivo, como la fe sin el bautismo es una fe inexpresada, incompleta. la fe y el bautismo, íntimamente relacionados, son dones de Dios aceptados responsablemente el creyente convertido que se hace bautizar.

La vida nueva que viene a través del agua del bautismo será vida nueva para al niño y una oportunidad por sus padres y abuelos para hacer un Proceso de Fe. Estas orientaciones pastorales, normativa y catequesis, quieren ser una ayuda precisamente a eso.

En este caso del bautismo de niños los padres, los abuelos, los familiares, y la comunidad entera ayudarán, en la medida que puedan y sepan, al crecimiento de la fe de los bautizados. Los padres y padrinos deben ser los primeros testigos de la fe por su hijo o ahijado.

Por eso es necesario que sepan qué significa el bautismo de su hijo. Hay que el hecho de pedir el bautismo para un hijo sea un motivo para reforzar la su propia fe, para pensar, para sentirse más participantes en la vida comunitaria. Porque así la celebración del bautismo sea un acto auténtico, y no algo que se realiza por presión social, o para que el resto de la familia quede tranquila.

Los responsables de las comunidades cristianas deben urgir a los padres y abuelos que se detengan a reflexionar sobre el sentido que tiene el sacramento del bautismo y se reafirmen como cristianos.

Los sacerdotes, diáconos y responsables de las comunidades cristianas pedirán los padres y abuelos que participen en los encuentros parroquiales de preparación, y que busquen un momento habitual de oración en casa.

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