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Exequias

Introducción

Vivir y morir para el Señor (Rm 14, 8) es el ideal de aquel que tiene, desde el Bautismo, la vida consepultada con Cristo y conresuscitada con Él (Rm 6, 3-5). Al morir, pues, el cristiano hace su paso de este mundo al Padre acompañado por Cristo: cumple, por participación, su Misterio Pascual.

La celebración cristiana de la muerte comienza con la última Reconciliación y con el viático, verdadero sacramento de Ios moribundos, alimento para el último viaje, el pan que es prenda de inmortalidad y de resurrección (Jn 6, 54). los funerales cristianos deben estar empapados de la vivencia del Misterio Pascual.

La Iglesia, comunidad de creyentes en el Resucitado, respeta y comparte el dolor que el drama de la muerte hace sentir a los parientes y amigos, pero en las exequias predica y celebra la victoria de Cristo sobre la muerte y llama a los participantes la gozosa esperanza de la vida inmortal, que rogamos que ya sea compartida en el reino de los cielos por los hermanos difuntos.

La muerte es un hecho natural que no podemos obviar. Todos debemos pasar por ella. como cristianos es un momento que se nos abre a la esperanza de la vida eterna. Aunque en estos momentos, los presentes en la muerte lo viven desde el alejamiento de la fe. pero es una ocasión excepcional para anunciar que el Señor ha muerto y resucitado perdonarnos vida para siempre.

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